Como en la visita del Milan, el Madrid resolvió el partido en dos zarpazos. El primero lo dio Ricardo Carvalho, que hizo un gol insólito en un central, entrando en la defensa rojiblanca como un cuchillo para alojar el balón con suavidad en la red. El Atlético aún no se había repuesto del disgusto cuando Özil lanzó una falta que hizo dudar a Reyes y De Gea. 19 minutos bastaban para prorrogar una maldición que data del siglo pasado.
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